Considerando todas las alteraciones que
pueden desarrollarse en los niños obesos y el alarmante dato de que la obesidad
infantil es un factor de riesgo para la obesidad en la vida adulta, resulta
fundamental prevenirla y controlarla desde las primeras etapas de la vida. Debe
tomarse en cuenta que el incremento del peso del niño debe ser paulatino; de lo
contrario, se deberá buscar ayuda profesional; dependiendo de la gravedad del
caso, deberá tomarse en cuenta la opinión de un médico, un nutriólogo y un
psicólogo. Para ello, insistimos, se debe buscar fortalecer hábitos saludables
que puedan ser adoptados por la familia, como balancear las comidas del día y
establecer horarios de alimentación.
Se debe adquirir conciencia de que, además
de los cambios en la alimentación, es indispensable incrementar la actividad
física diaria, como hacer caminatas cotidianas de al menos media hora y beber
un mínimo de dos litros de agua al día, porque no existe una dieta sin
ejercicio.
La elevada tasa de obesidad en los niños y
adultos es una realidad en nuestro país, ante la que ya no podemos cerrar los
ojos. Pero la solución se encuentra cuando cada uno de nosotros haga conciencia
y adquiera hábitos de vida saludables
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